¿Qué es el sadomasoquismo?
Es una práctica sexual que utiliza el dolor, la dominación, o incluso la humillación, en la búsqueda del placer. Sadomasoquismo viene de dos términos:sadismo y masoquismo. El sadismo (término desarrollado a partir del nombre del Marqués de Sade) consiste, por parte de una persona, a infligir sufrimiento al objeto de su deseo para acceder al placer. El masoquismo, al contrario, consiste en recibir, y necesitar, este sufrimiento para alcanzar el mismo placer. La pareja, por lo tanto, establece una relación de dominante/dominado, en la que la puesta en práctica de violencia verbal y servicios corporales les va a proporcionar una satisfacción intensa.
En las prácticas sadomasoquistas, el dolor es la fuente de placer, por lo tanto, se utiliza en el marco de una relación sexual para disfrutar. ¿Cómo? ¿Por qué? A continuación las explicaciones.
En las prácticas sadomasoquistas, el dolor es la fuente de placer, por lo tanto, se utiliza en el marco de unarelación sexual para disfrutar. ¿Cómo? ¿Por qué? A continuación las explicaciones.
Las prácticas
No hay que confundir el bondage con el sadomasoquismo. Aunque actualmente el uso de esposas, e incluso de látigos, es una forma de amenizar la vida sexual, el verdadero sado está en otro nivel. Para empezar, necesita una puesta en escena particular, lo que explica que se suela practicar en clubes especializados. Cada miembro se viste con prendas que definen su estatus y utiliza diversos instrumentos: máscaras, esposas, cuerdas o cadenas, látigos, fustas... El “maestro” se entrega a todo tipo de rituales para someter a su “esclavo”. En un punto de vista de humillación, podrá obligar a su pareja a adoptar posturas desagradables, atarla para dominarla mejor, utilizar la violencia verbal (insultos) e infligirle torturas físicas: flagelación, inserción de objetos en las mucosas (vagina, ano, boca), etc. En algunos casos extremos, el sadomasoquismo puede conducir a mutilaciones mucho más severas, como piercings, tatuajes, o incluso sacrificios y quemaduras.
Los adeptos
Considerado durante mucho tiempo una práctica desviada y reprensible, estaba reservado a ciertos medios, como las redes de prostitución. Excepto en el ámbito del intercambio o del bondage, el sadomasoquismo ha dejado de ser un tabú. No obstante, el verdadero sado, el que hace daño, sigue siendo una práctica marginal, a pesar de que cada vez cuenta con más curiosos: romper la monotonía, realizar un fantasía, dar placer a su pareja, experimentar nuevas sensaciones... son razones para dar una vuelta por el club.
¿Libertad o perversidad?
El sadomasoquismo todavía está muy condenado por la sociedad. La medicina también desconfía de este tipo de prácticas y estima que el sadismo proviene de una patología psiquiátrica severa. Sin embargo, el riesgo de encontrar a un sádico real es bajo, ya que las reglas del juego se deben definir al principio por la pareja. Se trata más bien de un comportamiento dominador temporal consentido que de una tendencia real perversa sin límites.
Sadomasoquistas: atención, peligro
Se deben fijar límites para evitar patinazos: algunas prácticas pueden ser peligrosas, ya que al hablar de violencia se habla de heridas. Por lo tanto, la pareja deberá haber establecido un código que, al utilizarlo por la persona que se somete, marca la detención inmediata sin discusión. La seguridad no es negociable, del mismo modo que hay que calcular bien el impacto de estas prácticas sobre el equilibrio psicológico de cada uno, particularmente del dominado.
¿Los límites?
Aunque actualmente parece irrefutable que cada persona dirija su vida sexual como quiera, ¿puede permitirse todo bajo pretexto de que forma parte de la intimidad? Y aquí se sitúa el límite: aunque el sadomasoquismo se base en una relación dominante/dominado, no puede infligirse ningún servicio sin el consentimiento de la otra persona. En ese caso, se trataría de una agresión y la víctima tendría derecho a denunciar por agresión a su integridad física y/o agresión sexual.
Es una práctica sexual que utiliza el dolor, la dominación, o incluso la humillación, en la búsqueda del placer. Sadomasoquismo viene de dos términos:sadismo y masoquismo. El sadismo (término desarrollado a partir del nombre del Marqués de Sade) consiste, por parte de una persona, a infligir sufrimiento al objeto de su deseo para acceder al placer. El masoquismo, al contrario, consiste en recibir, y necesitar, este sufrimiento para alcanzar el mismo placer. La pareja, por lo tanto, establece una relación de dominante/dominado, en la que la puesta en práctica de violencia verbal y servicios corporales les va a proporcionar una satisfacción intensa.
En las prácticas sadomasoquistas, el dolor es la fuente de placer, por lo tanto, se utiliza en el marco de una relación sexual para disfrutar. ¿Cómo? ¿Por qué? A continuación las explicaciones.
Las prácticas
No hay que confundir el bondage con el sadomasoquismo. Aunque actualmente el uso de esposas, e incluso de látigos, es una forma de amenizar la vida sexual, el verdadero sado está en otro nivel. Para empezar, necesita una puesta en escena particular, lo que explica que se suela practicar en clubes especializados. Cada miembro se viste con prendas que definen su estatus y utiliza diversos instrumentos: máscaras, esposas, cuerdas o cadenas, látigos, fustas... El “maestro” se entrega a todo tipo de rituales para someter a su “esclavo”. En un punto de vista de humillación, podrá obligar a su pareja a adoptar posturas desagradables, atarla para dominarla mejor, utilizar la violencia verbal (insultos) e infligirle torturas físicas: flagelación, inserción de objetos en las mucosas (vagina, ano, boca), etc. En algunos casos extremos, el sadomasoquismo puede conducir a mutilaciones mucho más severas, como piercings, tatuajes, o incluso sacrificios y quemaduras.
Los adeptos
Considerado durante mucho tiempo una práctica desviada y reprensible, estaba reservado a ciertos medios, como las redes de prostitución. Excepto en el ámbito del intercambio o del bondage, el sadomasoquismo ha dejado de ser un tabú. No obstante, el verdadero sado, el que hace daño, sigue siendo una práctica marginal, a pesar de que cada vez cuenta con más curiosos: romper la monotonía, realizar un fantasía, dar placer a su pareja, experimentar nuevas sensaciones... son razones para dar una vuelta por el club.
¿Libertad o perversidad?
El sadomasoquismo todavía está muy condenado por la sociedad. La medicina también desconfía de este tipo de prácticas y estima que el sadismo proviene de una patología psiquiátrica severa. Sin embargo, el riesgo de encontrar a un sádico real es bajo, ya que las reglas del juego se deben definir al principio por la pareja. Se trata más bien de un comportamiento dominador temporal consentido que de una tendencia real perversa sin límites.
Sadomasoquistas: atención, peligro
Se deben fijar límites para evitar patinazos: algunas prácticas pueden ser peligrosas, ya que al hablar de violencia se habla de heridas. Por lo tanto, la pareja deberá haber establecido un código que, al utilizarlo por la persona que se somete, marca la detención inmediata sin discusión. La seguridad no es negociable, del mismo modo que hay que calcular bien el impacto de estas prácticas sobre el equilibrio psicológico de cada uno, particularmente del dominado.
¿Los límites?
Aunque actualmente parece irrefutable que cada persona dirija su vida sexual como quiera, ¿puede permitirse todo bajo pretexto de que forma parte de la intimidad? Y aquí se sitúa el límite: aunque el sadomasoquismo se base en una relación dominante/dominado, no puede infligirse ningún servicio sin el consentimiento de la otra persona. En ese caso, se trataría de una agresión y la víctima tendría derecho a denunciar por agresión a su integridad física y/o agresión sexual.
¿Y los sentimientos?
La violencia y las humillaciones que la pareja se autoriza no son indisociables del lazo afectivo que la une. Al contrario, los rituales sadomasoquistas se basan ante todo en la confianza mutua de cada uno hacia el otro. Por este motivo, cada vez más se practica en el marco de una relación estable, y no en un intercambio, por ejemplo. Debe decidirse entre dos y, como toda práctica sexual, no es independiente de los sentimientos entre dos personas.
La violencia y las humillaciones que la pareja se autoriza no son indisociables del lazo afectivo que la une. Al contrario, los rituales sadomasoquistas se basan ante todo en la confianza mutua de cada uno hacia el otro. Por este motivo, cada vez más se practica en el marco de una relación estable, y no en un intercambio, por ejemplo. Debe decidirse entre dos y, como toda práctica sexual, no es independiente de los sentimientos entre dos personas.
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